Estamos en una época de cambios, la vibración del planeta ha subido. Ya no nos permitimos vivir con los mismos pensamientos de antes. Esto nos lleva a buscar soluciones para querer estar bien, para sintonizar con esa frecuencia de bienestar. Mi propia experiencia me ha reafirmado que la manera de sintonizar con esa frecuencia es conectar con nuestra esencia, con quien somos en realidad, salir de la mente que nos tiene secuestrados y no nos permite SER libremente.
Estamos sometidos a un sistema de pensamiento basado en el miedo, el sufrimiento, la escasez, en el pensar que siempre necesito algo para ser feliz. Al principio del cambio de conciencia, entramos una y otra vez en el mismo bucle sin salida, nos dejamos llevar por el torrente de pensamientos y emociones una y otra vez fruto de una interpretación poco beneficiosa de la realidad que vemos. Este bucle nos lleva a estados depresivos, de estrés, ansiedad, provocándonos con el tiempo muchos síntomas y enfermedades.
Al igual que nuestras células, o estamos en crecimiento o estamos en protección. Cuando vivimos en el miedo vivimos en protección, defendiéndonos consciente o inconscientemente de algo externo que nos amenaza, bien sean deudas, el jefe, la pareja, los hijos, la crisis, los políticos, la suegra… Llevamos muchos años viviendo con esta mentalidad de escasez y hacer el cambio nos cuesta, pero no debemos dejar de intentarlo. Aceptar nuestras recaídas es importante porque eso nos ayuda a seguir creciendo.
Estamos aprendiendo, viviendo una experiencia nueva para nuestra mente y hasta que no la acepte como segura ahí va a estar queriendo avisarnos continuamente de que volvamos a lo seguro, a lo conocido, a nuestra zona de confort.
Es importante rodearte de gente que te recuerde continuamente todo esto, y si no tienes la posibilidad puedes contratar a un coach que te acompaña en este maravilloso viaje que estamos realizando hacia nuestro interior.
El trabajo interior es uno de los ingredientes principales que necesitamos para conseguir ese estado de felicidad que tanto ansiamos.
Silvia Pascua